jueves, 19 de julio de 2012

Madonna del Latte.


He decidido estrenar el blog con el que será el tema que me ocupará parte de mi tiempo este próximo curso. Hace unos meses que me decidí a hacer un trabajo dirigido el último año de licenciatura. Como muchos saben, estudio historia del arte por lo que creo que será toda una oportunidad para aprender y sobre todo disfrutar. La elección del tema me supuso bastantes quebraderos de cabeza, ya que hay que tener en cuenta que tendré que estar todo un año realizándolo, consultando ingentes volúmenes de libros y buscando imágenes sin parar. Finalmente y tras consultar con la que será mi tutora del trabajo me dicidí por un tema que siempre me había llamado la atención. Desde que empecé la carrera me ha fascinado la iconografía, parte fundamental para entender lo que conocemos como historia del arte. Mi trabajó versará sobre la representación de la lactancia en el arte bajo medieval, teniendo siempre presente la imagen de la Virgen María amamantando al Niño.

Estoy convencida de que alguna vez habeis visto este tipo de representaciones ya que a partir de la Edad Media ganaron un mayor éxito por las devociones populares y con frecuencia se convirtieron en patronas de diferentes pueblos de la geografía española, como por ejemplo  la Virgen del Puerto de Plasencia (Cáceres) o La Virgen de la Leche de Esquivias (Toledo).

Para entender el significado que adquirió la representación de la Virgen de la Leche o Madonna del Latte (en su forma italiana), debemos de tener en cuenta unos antecedentes iconográficos, no sólo en el Antiguo Testamento, sino también en las primeras civilizaciones. Además debemos de indicar que la iconografía se apoya en las fuentes, es decir en los textos que nos narran lo que podemos observar en un cuadro o en una escultura.

Una de las cosas que debemos de tener en cuenta antes de comenzar con la iconografía, es  la importancia del hecho en sí, la relevancia del alimento materno, y más teniendo en cuenta las condiciones de vida y la elevadísima tasa de mortalidad infantil que se mantuvo prácticamente durante toda la época antigua, medieval y moderna (y parte de la contemporánea también).

La primera iconografía que encontramos con este tema se remonta posiblemente al Antiguo Egipto, donde la diosa Isis se representaba amamantando al pequeño dios Horus, aún siendo un niño. Esta representación la confirmó como madre y esposa ideal, cosa que podemos contraponer a la Virgen Maria, madre de Dios y esposa, tal y como se la define en el Cantar de los Cantares en las Sagradas Escrituras.

Más tarde nos encontramos con un mito griego, el de la creación de la Vía Láctea donde la diosa Hera, esposa de Zeus, engañada por su marido amamanta a Hércules, sin saber ésta quién era el niño. Al enterarse del engaño, Hera le retira el pecho y un chorro de leche da origen a la galaxia. En este acto podemos ver la figura de Hera como gran matriarca, pudiendo pensar que al igual que a Hércules fue la propia Hera la que alimentó a sus demás hijos divinos, propiciando el crecimiento de los mismos y por extensión sus relaciones con los mortales.

Habiendo mencionado estas dos tempranas iconografías, pasemos a la que será la iconografía de la lactancia por excelencia en el arte occidental: la Virgen de la Leche.
Podemos encontrar representaciones aisladas desde el siglo IX, pero será sobre todo a partir del siglo XIV cuando se impulse esta iconografía, que acentuaba la humanidad de Cristo, otorgando a María el carácter de Madre de Dios. Las órdenes mendicantes que empiezan a extenderse de forma masiva en los siglos XIII y XIV propician esta nueva devoción mariana.


La Virgen de la Leche representaba una devoción íntima y recogida de la Sagrada Familia, por lo que el fiel podía sentirse más unido con Cristo al compartir momentos que podían hasta resultar anecdóticos de su más tierna infancia. Además, se recordaba al mismo tiempo a través de los sermones que gracias a la leche de María, Jesús había llegado a edad adulta y había muerto en la cruz para redimir a la Humanidad. Como siempre que se habla del arte medieval, ninguna imagen es casual, todo forma parte de un simbolismo dirigido al adoctrinamiento del pueblo. En muchos de estos sermones se ponen en comparación la sangre de Cristo con la leche de Maria, incluso algunas de estas representaciones son  conocidas como la Vírgen de la Sangre. La imagen de  María alimentando a su hijo transmitía humildad y pobreza al fiel, ya que cabe destacar que en las mujeres que pertenecían a la  realeza y nobleza en la Edad Media no alimentaban a sus hijos, sino que tenían las llamadas nodrizas que hacían esa labor. En este contexto de la lactancia encontramos escenas de santos que son alimentados por sus madres, como una pintura al fresco del siglo XI que representa la infancia de Nicolás. 
Otro ejemplo lo encontramos en la iconografía de  una de las virtudes teologales, la caridad se representó a través de una mujer que amamantaba a dos niños, iconografía que se prolongó a lo largo del tiempo.

La iconografía de la Virgen de la Leche fue perdiendo importancia sobre todo a partir del Concilio de Trento (1545-1563), donde su representación se calificó como “indecorosa”, se trató de suavizar con temas afines a partir del siglo XVI como la llamada Virgen de la sopa, donde la Virgen alimenta al Niño con una especie de papilla, no mostrando así su seno desnudo. Hubo también ciertas derivaciones del propio tema que se mantuvieron como la Lactancia de San Bernardo, que nos muestran de manera magistral Murillo o Alonso Cano.

A partir del siglo XVII las representaciones del tema son escasas, perdiéndose prácticamente este tipo de iconografía.

Con esta entrada he querido mostrar de forma muy breve lo que será mi trabajo, por supuesto de forma muy resumida, porque como ya he dicho el trabajo está sin hacer y quedan muchos libros que consultar y muchas imágenes por observar. Dentro de un año espero aportar nuevos elementos para que cada vez que observéis una Virgen de la Leche penséis que es algo más que una simple imagen, que hay toda una iconografía detrás que merece la pena saber interpretar.




miércoles, 18 de julio de 2012

Bienvenid@s.


"Quienquiera que seas, siempre he confiado en la bondad de los desconocidos"
                                                              Un tranvía llamado deseo. Tennessee Williams.

Cuando uno llega a un lugar nuevo, lo primero que espera son unas palabras confortables de bienvenida.
La creación de un blog no ha sido casual. Ha sido un año lleno de experiencias nuevas así que a mi juicio era el momento indicado para una experiencia más y que estoy segura que me dará grandes satisfacciones ya que siempre es un placer contar cosas, sensaciones, experiencias…pero más placer aún es que alguien las lea.
Trataré de escribir sobre diversos temas, las cosas que me preocupan, mis aficiones, opiniones…
¡Estaré encantada de recibir sugerencias e ideas para hacer nuevas entradas! No es sólo un espacio para plasmar mis ideas, sino también para que otros colaboren, la variedad siempre es mucho más enriquecedora. Además soy toda una inexperta en este mundo de los blogs, estoy segura que necesitaré ayuda en más de una ocasión.
Para los que me conocen un poco sabrán que mi tema fetiche sea posiblemente el arte pero que en este blog también habrá espacio para otros muchos temas, la moda, literatura, las relaciones, la amistad…

¡Muchos besos de bienvenida para tod@s!

S.A.